Autoridad universitaria valoró el quehacer de este Instituto que cumple más de dos décadas aportando a la investigación, innovación, transferencia tecnológica, vinculación y desarrollo del rubro agroindustrial.
“En otra época, vincularse con el entorno resultaba pecaminoso, se entendía la academia como una cátedra que iluminaba a todos y que cualquier contacto con el exterior podía contaminarla. Hoy, la mirada ha cambiado y el Instituto de Agroindustria de la Universidad de La Frontera fue uno de los primeros en dar ese paso”, sostiene en entrevista el Rector Sergio Bravo Escobar, quien valoró el significativo esfuerzo en la creación de una unidad interdisciplinaria con alto impacto en el desarrollo agroindustrial de Chile.
En el marco de la celebración de los 25 años del Instituto de Agroindustria, el Rector Bravo, quien también fue uno de los fundadores de dicha unidad, conversó sobre la historia y los esfuerzos detrás de la génesis de uno de los proyectos más ambiciosos en términos de desarrollo agroindustrial, altamente vinculado con diversos actores del rubro y nacido en el propio seno de la Universidad.
Corría 1987 y la Universidad de La Frontera se propuso la tarea de definir un plan estratégico de desarrollo de La Araucanía en diversos polos, entre ellos, el rubro agroindustrial en una región eminentemente agrícola.
“En esa época se invitó a mucha gente a trabajar con esa mirada, donde la idea fuerza era la interdisciplinaridad que permitiría juntar en el mismo espacio físico a académicos de diversas áreas que estuvieran relacionados con el rubro agroindustrial. Finalmente, a través de un proyecto Fondef se logró la construcción del Instituto”, relató el Rector sobre la historia de esta emblemática unidad, que dio vida a un espacio físico que albergaba a académicos de las áreas de Ingeniería, Ciencias Agropecuarias y Ciencias Químicas.
El Rector recuerda la aventura de crear una institucionalidad que, a diferencia del resto de las Facultades, comenzará a vincularse con el entorno; además de transformarse en una instancia de postulación a decenas de proyectos. “El Instituto de Agroindustria tenía recursos y una institucionalidad; sin embargo, no fue fácil, si bien pudimos crearlo, permaneció acéfala por más de un año y medio, había un director y una secretaria. En 1992 aceptaron la creación del Instituto, gracias a la gestión de recursos no solo se construyó el edificio, sino también se pudo adquirir equipamiento y vehículos. Al año siguiente ya había mucha actividad”, precisó.
La vinculación al rubro agroindustrial, acercando la academia al mundo público y privado, ha permitido al Instituto tener vida propia al interior de la Universidad. Sin embargo, el camino para llegar no fue fácil e involucró el esfuerzo sostenido de muchos actores en un escenario al inicio de los 90’ complejo.
“La Universidad tenía escasa vinculación, éramos como una suerte de ‘bichos raros’ dentro de la gran cátedra, un verdadero ícono, una curiosidad que trabajaba 24/7; existía mucha efervescencia en ese tiempo, soñábamos con tener alojado un doctorado ahí, ahora tenemos dos, además de los laboratorios. El Departamento de Ciencias Químicas y Recursos Naturales se ligó y contamos con la activa participación de los académicos de Agronomía. Agroindustria se transformaba en un gestor de proyectos potentes, salíamos a buscar recursos, no había jerarquías dentro, teníamos que convencer a personas, esa era la apuesta, invitarlos a construir juntos”, señaló el Rector Bravo.
“La Universidad de La Frontera se siente orgullosa de quienes han podido construir 25 años de mucho esfuerzo y trabajo. Los logros están a la vista y espero que el trabajo de todos se prolongue por muchos años más”, concluyó el Rector sobre el quehacer de esta unidad que cumple más de dos décadas aportando a la investigación, innovación, transferencia tecnológica, vinculación y desarrollo del rubro agroindustrial.
Escrito por: Daniza Hernández Osses – Periodista Institucional