Columna: Vientos de Cambio e Innovación

Por Patricia Grüebler Göpfert, profesional Instituto de Innovación y Emprendimiento iDEAUFRO

Hace unas semanas, un viento inusual afectó a La Araucanía, arrancando árboles de raíz, levantando techos, suspendiendo clases e impidiendo jornadas de trabajo normal. Por cierto, dejó a miles de hogares sin electricidad durante muchos días, con todos los problemas que acarrea para las viviendas que dependen altamente de lo eléctrico. 

Este fenómeno sorprendió y dejó al descubierto nuestra vulnerabilidad ante un tipo de desastre al que no estamos acostumbrados. 

De esa forma, en un país experto en terremotos, un viento poderoso nos recordó que aún tenemos mucho que aprender y que debemos prepararnos mejor para enfrentar los nuevos desafíos climáticos. Este tipo de eventos que nos sacuden, por lo demás, suele ser el punto de partida para la innovación.

Un emprendedor, al observar los efectos de este sistema frontal, podría imaginar nuevas soluciones. Por ejemplo, mejores sistemas de monitoreo y respuesta a la emergencia, otras tecnologías de construcción, formas innovadoras de asegurar la continuidad de servicios esenciales, o inclusive, diseñar espacios seguros para el crecimiento de árboles que no sean un peligro vial durante el invierno, pero sí un gran aliado durante las olas de calor que se avecinan. 

Por ello, hoy el emprendimiento es más que una moda: es un necesario motor de cambio, un impulso de adaptación creativa, una oportunidad de solución de problemas. 

Pero, ¿qué es lo que realmente define a un emprendedor? Me atrevería a decir que son personas que no sólo detectan oportunidades donde otros ven obstáculos, sino que también, tienen la capacidad y el valor para actuar. Estos innovadores, además de crear productos o servicios, transforman la realidad a su alrededor. 

Así como el viento, que modificó el paisaje de nuestra ciudad, quienes emprenden tienen la capacidad de modificar su entorno, pero con un propósito claro y positivo. Su capacidad para aprender, adaptarse y evolucionar frente a los desafíos es lo que impulsa el progreso en nuestras comunidades, por lo que ellas y ellos son actores claves en el desarrollo social.

Considerar también que el verdadero espíritu emprendedor va más allá del conocimiento técnico. Implica una combinación de creatividad, colaboración y liderazgo. Estas habilidades permiten no sólo imaginar soluciones, sino también llevarlas a cabo de manera efectiva. El desarrollo de estas competencias puede iniciarse desde la infancia y continuar a lo largo de toda la vida, por lo que apoyar a estos emprendedores es crucial para los retos colectivos del presente y del futuro.

Como integrante del ecosistema que estimula el emprendimiento e innovación, valoro profundamente el talento local y su capacidad para generar un impacto significativo. Por eso, al igual que los vientos de cambio que nos afectan, ¡impulsemos a emprendedores que tienen la fuerza y la visión para transformar nuestro entorno, contribuyendo al desarrollo de una región más resiliente, adaptativa y sostenible!

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